Posibles problemas éticos que puede enfrentar el psicólogo educativo.
El trabajo con niños siempre resulta interesante, enriquecedor y demandante, pero además, es un trabajo en que se requiere de especial cautela a la hora de tomar decisiones, ya que son vidas en formación las que están de por medio, es por ello que todos aquellos profesionales dedicados al trabajo con infantes deben ser cuidadosos en su actuar. El rol del psicólogo educativo dentro de las instituciones, además debe atender a los lineamientos institucionales conocidos por los profesionales del área. Pueden crear situaciones que conlleven a dilemas éticos a la hora de intervenir en los diferentes casos; por ello para hablar de ética se debe referenciar los problemas o los dilemas que tienen los psicólogos educativos en las instituciones donde ejercen o han ejercido esta profesión.
En la labor diaria del psicólogo educativo asumen los dilemas éticos que se presentan en su ejercicio profesional. El psicólogo se puede ver confrontado con diferentes dilemas como: etiquetación psicológica o estigmatización, confidencialidad, y alienación y opciones pedagógicas.
La etiquetación psicológica y estigmatización; este puede tener una gran repercusión a nivel psicoafectivo en los alumnos, por el uso indebido de las pruebas psicotécnicas o test, donde en ocasiones pueden medirse a las personas solo a nivel objetivo las diferentes capacidades y habilidades, dejando a un lado las características subjetivas, repercutiendo de manera negativa en los diversos informes y registros que las instituciones educativas les piden a los psicólogos sobre las personas que han sido intervenidas o evaluadas; sin embargo este es un problema tanto en el espacio institucional como en la parte ética, donde se debe tener muy claro lo que es un registro clínico-psicológico y lo que es un registro académico, porque ambos presentan diferencias muy marcadas; en el primero, el psicólogo debe tener en cuenta los acuerdos que se realizaron con el niño o adolescentes acerca del conocimiento de la información, si se acordó dar a conocer los resultados o no; mientras que en el segundo, son reportes académicos que puede conocer el personal de la institución y que es sólo de carácter académico donde no se ve implicada la transferencia de una persona con el psicólogo por qué no se trata de un proceso terapéutico (Restrepo, Y.A., et al; 2012).
El segundo dilema es el deber de la confidencialidad; donde este expresa; “otro punto éticamente cuestionable es el conflicto entre mantener la confidencialidad con el adolescente y el informe a los padres” esta problemática no sólo es con los padres de familia, si no con las mismas instituciones, ya que en muchas de ellas exigen informes detallados y específicos de alguno de los pacientes que han sido evaluados por psicología, y donde el profesional desde su práctica debe estar muy pendiente de contar con el consentimiento de su paciente y ser reiterativo con no dar a conocer la información, ya que se trata de una “propiedad compartida” como indica el autor, una información perteneciente a dos partes y que ambos son conscientes y libres de ello (Restrepo, Y.A., et al; 2012).
El tercer dilema es Ética y opciones pedagógica; “se da una última área de conflicto entre técnica psicológica y ética cuando el psicólogo educacional intenta crear en los alumnos, determinados hábitos de pensamientos, sentimiento o conducta”; por ello no pretender ni inducir comportamientos que beneficien al personal académico y disciplinario de la institución, ni a los padres de familia o a los alumnos en especifico, ya que el psicólogo en las instituciones debe procurar promover la singularidad, la subjetividad y la responsabilidad de cada sujeto, no intentando crear pautas de medición entre los estudiantes, ya que cada uno se presenta como un caso en particular y del cual existen factores y personas externas que están involucradas dentro de su queja dirigida a otro y la demanda hacia la pregunta por el sí mismo (Restrepo, Y.A., et al; 2012).
De igual forma existen situaciones en las que el psicólogo educativo puede enfrentar un dilema ético subyacente a los tres principales, ya que al tratarse de situaciones en las que el paciente esta delinquiendo o consumiendo drogas psicoactivas, y los padres no están enterados, el profesional debe tener en consideración la ética en la asistencia a menores y adolescentes, se debe tener en cuenta que se trata de un menor y que las secuelas físicas y psicológicas también dependen del acompañamiento que los padres puedan brindarle a sus hijos, además que la ley los protege por tratarse de un caso especial y que podría poner en peligro al menor si guarda silencio.
Los tres principios éticos y las tres normas éticas buscan el bienestar del paciente en las diversas intervenciones, también se procura que el paciente sea libre y autónomo de expresar lo que desea y lo que siente, y la justicia, para atender a la población en general no importando las condiciones socioeconómicas, ideológicas y/o culturales; aunque muchas veces las instituciones buscan homogenizar a los estudiantes para poder medir sus cualidades haciendo comparaciones y creando jerarquías, mientras que la heterogeneidad se queda como un concepto aislado que sólo sirve para mirar distinto a los demás y en ocasiones dejando de lado la individualidad (Restrepo, Y.A., et al; 2012).
Con las normas éticas pasa exactamente lo mismo, ya que cuando se habla de confidencialidad, de veracidad, y de fidelidad a las promesas, muchas veces se debe pasar por alto algunas de ellas en casos muy específicos y especiales que merecen el rigor ético y profesional del caso, del mismo modo el deber del psicólogo es lograr acuerdos con el paciente acerca de la confidencialidad de la información y la misma quedará bajo secreto profesional, igual el psicólogo debe estar consciente que existen algunas situaciones que por ley le corresponde dar a conocer y que el tribunal ético estaría dispuesto a tolerar (Restrepo, Y.A., et al; 2012).
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